Parece
que el autor irlandés no acaba de cuajar en nuestro país con sus novelas para
adultos. Tras hacerse mundialmente famoso con su novela juvenil El niño con el pijama de rayas (2006),
algunas editoriales europeas se apresuraron en publicar las obras anteriores de
Boyne, en concreto cuatro novelas para el público adulto. En España, fue
Salamandra quien apostó por el autor. Tras publicar La casa del propósito especial, en 2009, y constatar la buena
acogida por el público, la editorial se animó a publicar en castellano en 2011 la
primera de esas cuatro novelas, El ladrón
de tiempo (2000).
Ese
mismo año, John Boyne publicó El
pacifista, una historia ambientada en los años de la Primera Guerra Mundial y contada en dos tiempos: 1916, cuando el joven
Tristan Sadler se alista y coincide con otro joven soldado, Will Bancroft, en
el campamento de instrucción de Aldershot y juntos son enviados a Francia, y
1919, cuando, acabada la guerra, Sadler viaja a Norwich para devolverle a la
hermana de Will las cartas que ésta le envió. Son muchos los temas que Boyne
quiere tratar en la novela, pero son esencialmente tres sobre los que se
construye la historia: la homosexualidad, la culpa y la objeción de conciencia.
La
homosexualidad está presente en la relación tensa y compleja que surge entre
Tristan y Will. El primero acepta sus sentimientos, pero el segundo se
avergüenza de ellos y martiriza a Tristan por ello. Los celos, la ira, la desesperación
y la venganza marcarán la convivencia de los dos jóvenes hasta su final abrupto
y trágico, cuando Will es juzgado por cobardía y ejecutado en el campo de
batalla.
La
culpa empieza por carcomer a Sadler en el momento en que su amigo Will muere.
Poco a poco irá devorando sus entrañas y le impulsará tomar la decisión de, una
vez acabada la guerra, viajar a Norwich a conocer a la familia de Will. Con la
excusa de devolver las cartas que la hermana de Will le envió a éste durante la
guerra, Tristan busca poder aligerar el peso de la culpa y tratar de conocer
mejor a su desaparecido amigo.
La
objeción de conciencia es un tema muy complejo que nos lleva a reflexionar
acerca de la valentía y la cobardía. ¿Quién es más valiente? ¿El que sale a jugarse
la vida y la pierde por algo en lo que no cree o el que la pierde por defender
aquello en lo que cree? Will, un objetor convencido, se niega a participar en
cualquier acción que sus superiores le ordenan y por ello es ejecutado. Lo
ocurrido en aquellos meses de 1916 es la esencia de la persona en la que
Tristan Sadler se convierte.
John
Boyne orquesta una historia perfecta, dándonos en cada capítulo la dosis de
información necesaria para mantener el ritmo de la novela. A medida que nos
vamos acercando al final, empezamos a entrever lo que Boyne aún no nos ha
contado, lo intuimos y lo tememos. A cada página, como en un crescendo magistral,
oímos cada vez más cerca el redoble final, que llega cuando el autor nos
transporta 6 décadas hacia adelante y nos encontramos en un hotel de Londres a
un Tristan Sadler de 80 años que, esta vez sí, está decidido a expiar, de una
vez por todas, su profunda culpa.
John
Boyne es mucho más que El niño con el
pijama de rayas. Sus dos últimas novelas publicadas, A history of loneliness (2014), cuya reseña podéis leer aquí, y The heart’s invisible furies (2017), dan
testimonio de su crecimiento como escritor. Por alguna razón, no han sido
publicadas en lengua española; es como si la estela que dejó la novela que le
lanzó a la fama se hubiera ido apagando y ya no iluminara sus nuevas obras; pero lo cierto es que éstas brillan con luz propia y son mucho más maduras,
sólidas y completas que aquellas primeras que pocos quisieron conocer.
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