Hace ya bastantes años, tendría yo veintitrés o veinticuatro,
una buena amiga me regaló por mi cumpleaños el volumen Mano de sombra de Javier Marías; en él se recogían, según sus
propias palabras, “dos años de tareas dominicales
que prueban mi nula disposición a santificar las fiestas”. Fue mi primer
contacto (literario) con el autor y debo decir que quedé más que gratamente
sorprendida.
Luego vinieron otros títulos y nunca, jamás, me defraudó
ninguna de sus novelas (aunque sí alguno de sus artículos). Y mi conclusión no
es otra que Javier Marías es Javier Marías. Ni más ni menos. Te puede gustar
hasta la veneración o le puedes aborrecer hasta lo indecible, pues su estilo es
muy particular, nada fácil, profusamente minucioso y profundamente complejo.
Corazón tan blanco (1992), dicen los expertos, con
Elide Pittarello al frente de todos ellos, es la obra maestra de Marías, la que
supuso su madurez literaria, la que le consagró como autor de culto
internacional: de hecho, es uno de los pocos escritores españoles que ha sido
incluido en la prestigiosa colección Modern
Classics de Penguin. Yo no tengo el criterio suficiente para afirmar si eso
es cierto o no, pero sí puedo decir como lectora que es una obra que lo abarca
todo y nada. Si tengo que resumir su argumento puede parecer la novela más sosa
con la que jamás me haya encontrado, pero Marías, como decía antes, es Javier.
Y quien lee Corazón tan blanco no
busca tramas trepidantes, giros inesperados, sorpresas que nos corten la
respiración, ni héroes ni heroínas que salen adelante en medio de un océano de
dificultades, ni epopeyas, ni odiseas modernas. No. Quien lee a Javier Marías
encuentra pensamientos, reflexiones de personas como tú y como yo, cuya vida ni
siquiera se acerca a lo interesante, a quienes les ocurren cosas de lo más
insignificantes o directamente no les ocurre nada. Pero detrás de ese nada, de esa
insignificancia, de ese vivir anodino, Marías nos lleva por los caminos del
análisis del alma humana, los motivos que nos llevan a actuar de determinada
manera, la grandeza y la mezquindad de nuestros actos, la voluntad que hay
detrás de cada acción, la elección de los términos a la hora de hablar, los
derroteros que puede tomar una existencia por una palabra dicha a destiempo.
Ésta es su grandeza:
hacer de la nada, todo.
También es interesante, sobre todo para aquellos anglófilos
que, como Javier Marías, veneramos la obra de Shakespeare, mencionar las
constantes referencias a la obra del Bardo. Sin ir más lejos, el título de esta
novela es parte de uno de los versos de Macbeth, “My hands are of your color, but I shame to wear a heart so white”,
pronunciado por Lady Macbeth. De igual manera, la última novela de Marías (para
mí, esta vez sí, una obra maestra sin parangón) Así empieza lo malo (2014), es también parte de un diálogo de
Hamlet en el que éste le dice a Gertrude “Thus
bad begins and worse remains behind”.
Sumergirse en el universo literario de Javier Marías no es
sencillo, pero una vez se hace es difícil encontrar autor que proporcione tal
hondura en nuestra idiosincrasia, al menos en la mía.