lunes, 24 de abril de 2017

Una vida mejor, Anna Gavalda

Hace ya algunos años que la escritora francesa Anna Gavalda pulula por la esfera literaria española. Se dio a conocer por estos lares con su novela El consuelo (2008), un éxito literario bastante notable. Sin embargo, y según mi parecer, no es la mejor de sus obras. Gavalda ya tenía tras de sí una espléndida producción literaria que no dejaba lugar a dudas acerca de su calidad: La sal de la vida (2001), La amaba (2002) y, sobre todo, Juntos, nada más (2004), con su película homónima protagonizada por la inolvidable Audrey Tatou (Amélie), no nos pueden dejar indiferentes. Todas ellas fueron publicadas en español tras el éxito de El consuelo, pero se habían escrito antes. En cada una de sus obras encontramos a seres que viven vidas aparentemente plenas, sólidas, estables… pero que en realidad están huecas, carentes de sentido; vidas en las que un simple contratiempo o casualidad las vuelven del revés.
 
Una vida mejor (2016) es una entrañable historia que confirma y reafirma la fuerza de la francesa. Dos seres perdidos en la inmensidad de París, Mathilde y Yann, viven sus vidas según unos estándares sociales que nunca se han parado a revisar. Se dejan llevar por los dictados que les impone la facilidad, la gandulería y la comodidad. Pero cuando un acontecimiento inesperado irrumpe e interrumpe sus vidas hueras y abre una brecha por la que se precipita un alud de preguntas y de reproches, no pueden permanecer indiferentes y deciden romper con todo y lanzarse de cabeza allá donde les dicta su pasión, pues, como la propia autora dice de ellos “prefieren arriesgar y escoger una vida equivocada a no vivir ninguna”.
Mathilde y Yann no se conocen, nunca se han visto y nunca llegarán a saber el uno del otro, pero sus historias son espejos la una de la otra, se reflejan, se complementan y buscan lo mismo.
Yo sólo le critico a Anna Gavalda una cosa. En casi todas sus novelas este cambio radical, esta catarsis por la que pasan sus protagonistas tras un periodo de conflicto interno, siempre viene acompañada de un cambio de escenario muy concreto: el paso de la gran ciudad (París) a una vida rural mucho más sencilla y libre de cargas y responsabilidades. Pero, ¿es eso cierto? Si queremos darle la vuelta a una vida con la que no estamos satisfechos, ¿basta con cambiar la ciudad por el campo? Por supuesto que no es tan simple como eso. El cambio se tiene que producir dentro de nosotros, tenemos que revisar valores, creencias, obviedades y transformarlas en algo distinto que nos proporcione satisfacción y plenitud, y eso lo podemos hacer sentados en nuestro sillón de diseño de nuestro ático parisino, no hace falta irse a vendimiar a la Borgoña. Una vez tengamos claros nuestros horizontes, un proceso que no resulta fácil para nadie, seremos capaces de levantarnos de nuestro sillón y cambiarlo por una silla más barata.

Lying in wait, Liz Nugent

El pasado verano mi hermano se fue de viaje unos días a Dublín. Como yo había vivido allí hacía ya algunos (bastantes) años, me preguntó si quería que me trajera algo de Irlanda para recordar “viejos tiempos”. Como no era posible que me trajera una pinta de Guinness recién servida de un pub del inigualable “Pub Crawl” del centro de Dublín (algo así como una ruta de pubs), me dediqué a revisar las reseñas literarias del Irish Times dominical para saber qué leían los irlandeses.
 
Me decidí, sin ningún tipo de criterio más que el best-selling, por un thriller de Liz Nugent. No conocía a esta autora irlandesa, tan sólo tenía publicado un libro en castellano, El bueno de Oliver (Unravelling Oliver), 2013, que no había leído y del cual no tenía referencias. Pero, aun así, no tuve dudas acerca de mi elección.
Y no me he arrepentido en absoluto. Si queréis leer una novela de suspense de esas que no os dejan dormir no dudéis en leer a Liz Nugent. El primer párrafo ya te deja pegada a la página cual niño dando lametazos a un helado de vainilla. Y es así hasta la última palabra. Éste es su argumento:
“Las últimas personas a las esperaríamos ver con una prostituta drogadicta son a un respetado juez y su solitaria esposa. Y su plan no era en absoluto matarla y enterrarla en su exquisito jardín de barrio residencial. Pero Andrew y Lydia Fitzsimmons se encuentran en esta desafortunada situación.
Mientras Lydia trata por todos los medios de proteger a su inocente hijo Lawrence y a su estatus social, su marido empieza a desmoronarse. Pero Lawrence no es tan ingenuo como Lydia piensa y la obsesión de aquél por la familia de la chica asesinada acabará por destruir a su propia familia.”
De la novela me sorprendieron y entusiasmaron dos cosas:
Primera. – A pesar de ser un thriller técnicamente perfecto, con todas sus estratagemas y giros para dejar a los lectores con el corazón en un puño, me gustó que profundizara en un tema que me interesa particularmente: ¿Qué lleva a las personas a ser malas? Nadie nace malo; sus vivencias y circunstancias los hacen malos. Y aquí vengo a reafirmar lo que ya comenté en la reseña que hice del libro de Parinoush Saniee, Una voz escondida. Lo que pervierte a las personas es la falta de amor y de protección por parte de sus padres. La frialdad, el desinterés y la crueldad pueden convertir a un niño en un ser malévolo. Y Nugent nos lo planta en la cara en esta novela.
 
Segunda. – La autora debe de haber bebido de las fuentes de una de las mejores escritoras de novela costumbrista irlandesa de todos los tiempos, Maeve Binchy. Es imposible leer a Nugent sin ver escondida tras los renglones a Binchy. La caracterización de los personajes, la ambientación, el lenguaje… todo eso llevado al thriller psicológico da como resultado una obra redonda.
Lying in wait todavía no ha sido traducida al castellano, pero no creo que tarde en hacerlo. Si tenéis oportunidad de leerla en su idioma original no perdáis el tiempo. Lo pasaréis realmente bien.