jueves, 12 de enero de 2017

Lo que no te mata te hace más fuerte (Millennium 4), David Lagercrantz

Cuando en noviembre de 2004 Stieg Larsson tuvo la desfachatez de morirse sin avisar, poco se imaginaba el grandísimo lío que iban a crear los manuscritos de tres novelas completas, pero no publicadas, que se hallaron después de su muerte. Éstas fueron publicadas de manera póstuma como la famosísima serie Millennium.  
También se encontró, en un ordenador portátil del autor sueco, tres cuartas partes de una cuarta entrega de la serie. Y pudiera ser que también existieran sinopsis y notas pertenecientes a una quinta y sexta parte. Todo este material está en posesión de su pareja, Eva Gabrielsson, quien nunca lo ha compartido con nadie.
 
Así que, cuando en 2013 la editorial sueca Norstedts contrató a David Lagercrantz para que escribiera el cuarto libro de la serie, éste no tuvo acceso a la inacabada novela de Larsson, en manos de Gabrielsson, y tuvo que empezar de cero su obra.
 
El resultado, Lo que no te mata te hace más fuerte (2015), es impecable. A pesar de las reticencias de numerosos fans de Millennium, de Blomkvist y, cómo no, de Lisbeth Salander, nadie podría decir que el libro no ha salido de la mismísima pluma de Larsson. No hay fisuras entre las tres primeras novelas y ésta, que conforman un conjunto perfecto y armonioso.
 
En esta cuarta entrega, la revista Millennium ha sido comprada por unos inversores cuyos planes para la misma nada tienen que ver con los ideales de Blomkvist. Muchos piensan que el periodista ya es historia y está acabado, y que más le vale encontrar una buena noticia para poder recuperar su credibilidad. Cuando recibe la llamada del profesor Frans Balder, especializado en inteligencia artificial, que le pone al tanto sobre una información esencial sobre la CIA que afirma poseer, Blomkvist empieza a creer que tras esa afirmación se esconde algo mucho más gordo. Cuando a los pocos días el profesor Balder es asesinado, el periodista sabe que ya tiene la historia que necesita.
A partir de aquí, los hackers, los servicios de inteligencia, la policía secreta, el espionaje industrial, la traición en las más altas esferas del poder, el crimen y las mentiras conforman una vorágine de la que es difícil escapar y en cuyo centro encontramos a Lisbeth Salander quien, bajo la apariencia de querer destapar esta trama gigantesca, sigue sus propios planes para vengar a su madre.
 
El sello Larsson está presente a lo largo de toda la novela, pero también es cierto que Lagercrantz deja su marca personal: el autor ha estado siempre interesado en escribir sobre grandes talentos que han rehusado seguir las convenciones, en lo que supone sobresalir entre la multitud, pero también en el rechazo que ese talento y esa creatividad provocan en los demás. Sus obras A Swedish genius (2000), una biografía sobre el inventor Hakan Lans, Fall of man in Wilmslow (2009), una novela sobre el matemático británico y padre de la informática Alan Turing (recientemente publicada en España como El enigma Turing (2016)) y, sobre todo, su biografía sobre el futbolista Zlatan Ibrahimovic, I am Zlatan Ibrahimovic (2011), así lo demuestran. No es de extrañar, pues, que Lagercrantz se sintiera muy cómodo con el personaje de Lisbeth Salander: una mujer de excepcional talento, muy alejada de las convenciones sociales y muy rechazada por la sociedad.
Y para acabar, buenas noticias para los seguidores de Millennium: Lagercrantz ha declarado que para febrero de 2017 tendrá lista la versión sueca de la quinta entrega de la serie, que será oficialmente presentada en lengua inglesa previsiblemente en septiembre de este año.

miércoles, 11 de enero de 2017

Ve y pon un centinela, Harper Lee

¿Quién no recuerda a Gregory Peck en su magistral interpretación del abogado Atticus Finch en la película Matar un ruiseñor (1962)? La novela homónima de Harper Lee fue escrita dos años antes y constituyó un éxito rotundo en la sociedad estadounidense de la época. Cuando se publicó en Estados Unidos, Kennedy había sido elegido presidente y el movimiento por los derechos civiles estaba en pleno auge. El ambiente era perfecto para que la historia de Atticus Finch y la segregación racial en el sur contada a través de una niña de 6 años supusiera un triunfo asegurado.

Durante 54 años se creyó que ésa fue la única novela que escribió Lee en su vida, pero lo cierto es que en otoño de 2014 Tonja Carter, la abogada de la escritora, halló un manuscrito "perdido" hacía 60 años. Se trata de la novela Ve y pon un centinela (Go, set a watchman, 2015). La autora murió en febrero del año pasado, pocos meses después de que su segunda novela viera la luz.

Como mínimo, la historia de este manuscrito es curiosa, ya que cuando se encontró, Harper Lee estaba viva y nunca había dicho a nadie que antes de Matar un ruiseñor escribió, a mediados de los años 50, Ve y pon un centinela. Y más curioso es aún que esta primera novela sea una secuela de la segunda.

La historia se sitúa unos 20 años después del final de Matar un ruiseñor, cuando Scout, la hija de Atticus, regresa al sur, a Maycombe, a visitar a su padre tras pasar muchos años estudiando y trabajando en Nueva York. Con la mentalidad abierta que le ha proporcionado todo ese tiempo en una gran ciudad y con las enseñanzas que su padre les procuró a ella y a su hermano acerca de la igualdad y la justicia y contra el racismo, Scout no puede dejar de sentirse triste, enfadada y defraudada al comprobar lo poco que han cambiado las cosas en Maycomb respecto al racismo y la igualdad de derechos. Ella misma se erige en abanderada de los derechos de los negros en el pueblo y trata de luchar, con más entusiasmo que éxito, contra los prejuicios racistas que todavía dominan el sur.

Su padre, ya mayor, sigue su lucha como abogado por los derechos de los negros y por la igualdad entre razas, pero Scout se siente completamente devastada cuando su padre se niega a defender a un hombre negro, el hijo de la niñera que la crio, acusado de atropellar y matar a un joven mientras conducía borracho. Atticus trata de hacerle ver que Maycomb no es Nueva York, que el racismo sigue muy arraigado en el sur y que la brecha entre blancos y negros no hace más que agrandarse. Cuando Scout va a ver a su antigua niñera, ya anciana, para mostrarle su afecto y su apoyo, ésta la echa de su casa diciéndole que nunca aceptará la ayuda de un blanco.

Triste y hundida, y tras decidir dejar a su prometido, que pretendía que Scout se quedara en el pueblo, ésta se marcha a Nueva York porque no puede soportar el ambiente asfixiante del sur.

Por qué razón Harper Lee nunca habló de esta novela, que se publicó tal y como se encontró, sin correcciones ni cambios, es un misterio. Lo cierto es que se ha especulado sobre si la autora quería o hubiese querido que esta obra viera la luz, ya que cuando se descubrió el manuscrito Lee vivía en una residencia de ancianos y se desconoce si alguien le preguntó al respecto. Tal vez el éxito de Matar un ruiseñor, que sobrepasa en calidad y riqueza a esta segunda/primera obra, hiciera que la escritora estadounidense decidiera "traspapelar" Ve y pon un centinela.

sábado, 7 de enero de 2017

La isla de la infancia, Karl Ove Knausgard

Esta es la tercera entrega de la gran obra Mi lucha, del noruego Knausgard. En ella asistimos a los primeros años del pequeño Karl Ove, su primera casa en la isla de Trom, una isla al sur de Noruega donde el autor pasó su niñez junto a sus padres y su hermano mayor, Ingve.
La novela es un precioso y preciso viaje por la infancia de Karl Ove, pero podría describir igualmente la infancia de cualquiera de nosotros: el descubrimiento del mundo, la emoción del primer día de escuela, los primeros amigos, el esfuerzo por encajar entre los demás, los juegos y las travesuras con los compañeros, la calle, los días eternos de verano perdido en los bosques, en la playa, el invierno oscuro y frío junto a su hermano mayor, las visitas de los abuelos.
Es irremediable sentirse transportado a la propia infancia, porque aunque el escenario y los personajes sean otros, las emociones y los sentimientos de un niño son universales. Y Knausgard, un chaval con una sensibilidad especial, que halla placer en los libros, que se asombra ante el espectáculo que le ofrece la naturaleza, nos lo cuenta, como siempre, desmenuzando los recuerdos como nadie sabe hacerlo.
La sombra que empaña esta aparente vida idílica es, ya los sabemos por sus libros anteriores, su padre; un hombre inestable, impredecible, dominado por una ira que dirige hacia su hijo menor, el más vulnerable y sensible de los dos, que crece a la vez que también se acrecenta el miedo hacia su progenitor. Sin embargo, es capaz de atesorar recuerdos insustituibles que formarán parte de su vida y que conformarán su persona en la vida adulta; la sombra del padre tardará aún algunos años en convertir su existencia en un páramo gris.
Todos tenemos, o deberíamos tener, una isla de la infancia, un lugar al que acudir cuando la vida se vuelve difícil, cuando la existencia nos ahoga con sus sinsabores, cuando la enfermedad nos golpea sin compasión. Cerrar los ojos y volver a sentir el sol del verano en la piel, la felicidad de una vida llena de posibles, mil destinos soñados, la despreocupación de saber que otros se encargan de todo, la ilusión de que nada nos puede hacer daño. Cerrar los ojos y volver a esa isla es, en ocasiones, la única tabla a la que agarrarnos cuando todo alrededor parece naufragar.